La foto es espectacular. Pienso debe ser el patio que hay junto a la Iglesia de San Gregorio, el de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Los nazarenos esperan entre la desidia y el hastío, sabedores de que todo se acaba. El Sábado Santo como jornada crepuscular, en el que la Semana Santa ya agoniza temporalmente cuando casi ya ha muerto en nuestro interior y a la misma vez resucita en el anhelo de la del próximo año. El blanco y negro de la toma enfatiza aún más la crudeza que supone esa imagen mental para el sevillano. Todo se ha consumado. El ciclo que para el sevillano supone la espera de la Semana Santa va a reiniciarse mientras deambula en una tarde sin horas, en una luz sin brillo. El sol, ese sol que debió lucir el Domingo de Ramos no puede tener la misma luz en esas horas previas a la Pascua de Resurrección. No para la visión del sevillano. Gracias por compartir la foto.
La foto es espectacular. Pienso debe ser el patio que hay junto a la Iglesia de San Gregorio, el de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Los nazarenos esperan entre la desidia y el hastío, sabedores de que todo se acaba. El Sábado Santo como jornada crepuscular, en el que la Semana Santa ya agoniza temporalmente cuando casi ya ha muerto en nuestro interior y a la misma vez resucita en el anhelo de la del próximo año. El blanco y negro de la toma enfatiza aún más la crudeza que supone esa imagen mental para el sevillano. Todo se ha consumado. El ciclo que para el sevillano supone la espera de la Semana Santa va a reiniciarse mientras deambula en una tarde sin horas, en una luz sin brillo. El sol, ese sol que debió lucir el Domingo de Ramos no puede tener la misma luz en esas horas previas a la Pascua de Resurrección. No para la visión del sevillano.
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