Federico Carlos Sainz de Robles, cronista oficial de la
Villa de Madrid. El arte de quedarse solo fue su último artículo, publicado en
ABC:
“¿Qué hacer, para no morirse de asco, cuando en nuestra agenda secreta apenas quedan una docena escasa de amistades, a las que no queremos poner a prueba?” Pues practicar a diario, decía, las exigencias, casi reglamentadas, del arte de quedarse solo.
Un buen amigo, “uno de los poquísimos amigos que aún me quedan (acaso porque aún no lo he sometido a la prueba definitiva)”, al darle a conocer el tema del artículo, le objetó: “No presumas demasiado de tu libertad de Robinson. Aun cuando tu fe católica esté hecha añicos, como tú conservas cuidadosamente, amorosamente, esos añicos, siempre estarás sujeto férreamente a esos mandamientos evangélicos...”
Y el cronista le replicó sosegado: “¡Me parece mentira que tú no sepas, o hayas olvidado, que Dios sostiene, pero no ata!”
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca
de Tena, 2006)
Esos cronistas que nos abrían el alma o nos arrancaban el existencialismo, aquellos que más que criticar lo que otros hacen mal, sacaban lo mejor de sí y nos daban lecciones de vida, mi homenaje a de Robles, por la parte que me toca...
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